Michael Kors reaccionaba, como una pesadilla, una frente a otra, la ropa más formal, para los negocios o el día a día, frente a los ya implantados "Casual Friday". Combinó todo en lo que llamó "Big Sur meets Big City". Básicamente, unificar la sastrería con el sportwear de la zona más pobre de la ciudad. En España se le llama: "Los Domingos". Suéteres y gorros abundaron. Había trajes y chaquetas entalladas, pero sin una presencia arrogante, algo más parecido a un pijama que una vestimenta que impresione. Un conjunto representativo fue la combinación de pantalones de chándal de franela con pliegues con una chaqueta larga de tres botones, la camisa fuera del pantalón, un jersey de mohair, y sandalias.
Así es como Michael Kors devuelve el favor a los brokers de Wall Street por su apoteósica salida en bolsa, pero los banqueros pueden ser las únicas personas que pueden permitirse el lujo de llevar calzoncillos de cashmere. Si la colección no pronostica la muerte por asesinato del traje, los resultados nos sugieren que Kors ha restado importancia al uso del traje que tenemos algunos, la autoconciencia de su última colección será una forma de llevar el glamour más cerca de su corazón.
Composición tras composición, los conjuntos se convertían en piezas casi ridículas, doy por sentado, que muchos nuevos hombres de bien, que se impulsan como exponentes de la nueva cultura del caballero se pelearan por ir a comprar a las tiendas de Michael Kors esta colección tan insípida como innecesaria.
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